viernes, 9 de noviembre de 2012

Prevalencia de la Ludopatia


La prevalencia de la ludopatía está influenciada por la disponibilidad del juego, de forma que el aumento de ésta trae como consecuencia un incremento de esta patología. En España la tasa de jugadores patológicos de 18 o más años se estima en un 1.5 % y la de jugadores-problema en un 2.5 %. En cifras absolutas hay en nuestro país aproximadamente 500.000 jugadores patológicos y 800.000 personas en el umbral de serlo. Del medio millón de jugadores patológicos, 350.000 lo serían de máquinas tragaperras. La prevalencia del trastorno en adolescentes es tres o cuatro veces superior a la existente en la población adulta.
Castaños y Montesinos señalan como variables predisponentes y mantenedoras del juego patológico la edad de inicio temprana; género masculino; juventud; hijo de jugadores patológicos; estado civil soltero, separado o divorciado; estilo de vida caracterizado por frecuente exposición al juego; déficit en habilidades de autocontrol y afrontamiento del estrés; activación fisiológica percibida como reforzante; distorsiones cognitivas, conceptos erróneos e ideas irracionales (v.g., ilusión de control o creencia en la posesión de una especial habilidad para influir en los resultados del juego, optimismo irracional o sobrevaloración de las posibilidades de ganar, creencia en la mayor probabilidad de obtener el premio cuantas más jugadas ha efectuado sin obtenerlo, valor atribuido al dinero por exceso cuando se gana y por defecto cuando se pierde, contabilizar sólo las ganancias y únicamente las pérdidas del día anterior); ansiedad y depresión; nivel de participación y manipulación; inmediatez del resultado; rapidez de respuesta; estímulos asociados al juego (luces, sonidos, máquinas parlantes que incitan a jugar); fácil accesibilidad y disponibilidad; refuerzo intermitente de razón variable (es decir, premio contingente a número variable de apuestas); y economía de apuestas. Las personas que acuden a tratamiento son hombres entre 25 y 40 años, nivel educativo medio y alto, activos laboralmente, casados y con un promedio de seis años de duración del trastorno.

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